Todo hecho de manera artesanal, en pequeñas cantidades, con la intención de que cada frasquito sea como llevarse un pedacito de este lugar.

La experiencia es literalmente "wow", la playa de José Ignacio estaba desierta y hermosa, parecía el Cabo, pero habían extranjeros, y bastantes (de hecho hubo varias fiestas esa noche, clandestinas obviamente, por chacras cercas del pueblo de José Ignacio). El entorno perfecto, el clima ideal y la oportunidad justa hicieron de este baño de mar inolvidable. Cuanto más fría mejor, porque somos del sur, amo que esté helada, y que traiga la energía del mar. Asi que ya saben, el próximo solcito, a juntar coraje y al agua. El que piensa pierdeeeeee

Todos aquellos que tienen estufa de leña pueden recoger sus cenizas, en vez de bosta de caballo se pueden meter desperdicios orgánicos de nuestra cocina diaria y las lombrices las podemos comprar en internet